Destapando los mitos económicos de la derecha

"Yo soy de izquierdas. Jamás me definiría como "progresista", aborrezco esa palabra"

MARÍA ALBERT | SANTIAGO RINCÓN | IRENE DÍAZ     4 May. 2017

Eduardo Garzón nos recibe a la puerta del edificio donde trabaja para el Ayuntamiento con una sonrisa. Hace un sol de justicia - sensiblemente más de lo esperable para esta época del año, pero él se mantiene fiel al look de camisa clara, metida por dentro de los pantalones. Un afeitado perfecto y el pelo cortito. Es una de estas personas a las que ves en directo y son exactamente iguales a cualquier foto. Se suceden firmes apretones de manos y educados besos de saludo.

Mientras nos dirigimos a la sala donde le entrevistaremos, el hermano de Alberto muestra un genuino interés por el proyecto de Symbolic Magazine, hasta el punto de que parece que es él quien va a realizar la entrevista. Finalmente, llegamos a nuestro destino, nos sentamos, y Eduardo amplía aún más su sonrisa, invitándonos a empezar.  


"En España, yo creo que es palpable que la cultura se relaciona con la izquierda."

P.: ¿Qué te ha motivado a escribir tu propio libro?

R.: (Se ríe) En realidad, lo escribí a petición de la editorial en la que trabajo: Destino, del grupo Planeta. Yo creo que tiene que ver bastante con mis apariciones en los medios de comunicación: desde la editorial vieron que podía haber cierto tirón para la compra del libro. Evidentemente, no es lo mismo publicar un libro de alguien desconocido que de alguien al que se conoce algo, aunque sea.

Y yo, encantado, porque además tengo un blog, en el que llevo escribiendo ya diez años y podríamos decir que ahí hay ya dos o tres libros terminados. Entonces fue como una oportunidad de ordenar y sistematizar ese material, aportando cosas nuevas, y publicarlo como libro. Quizá por eso no me ha costado tanto, aunque siempre es trabajo organizar las ideas, pero lo he vivido como una oportunidad de publicar parte de mi blog.

P.: ¿Cómo definirías tu ideología?

R.: Yo soy de izquierdas. Jamás me definiría como "progresista", aborrezco esa palabra. Además, soy de tradición totalmente comunista. Hasta hace poco militaba en las Juventudes Comunistas y ahora milito en el propio Partido, en la Federación de Madrid.

El problema de etiquetar la propia ideología es que mucha gente puede interpretarlo como lo que no es... Si yo digo que soy comunista, o de tradición comunista, rápidamente se sale con "sois unos asesinos" o "se ha matado mucha gente en nombre del comunismo", ¿no? Y bueno, yo creo que se trata menos de qué cómo se ha usado esa palabra que de lo que significa, al menos para mí. Y yo siempre digo lo mismo: yo entiendo que ser comunista es ser una persona que persigue el cumplimiento de los derechos humanos. Me refiero a igualdad, solidaridad, justicia no sólo legal sino también social... Que son cosas que tienen que ver con la redistribución de la renta y de la riqueza, que no es sólo eso, pero es en lo que me fijo por mi vertiente economista.

Entonces, sí, me defino como de izquierdas, aunque siempre tengo que aclarar esto de qué es lo que significa para mí, porque desgraciadamente estas etiquetas se prostituyen, se secuestran y se les da un matiz negativo.

P.: ¿Qué autores han marcado tu obra y tu ideología?

R.: Muchos... muchos. Si tuviese que centrarme en los más importantes, o en los que me acuerdo ahora, bueno... El primero Carlos Marx, por su talla intelectual y por una obra magistral con la que se adelantó a su época, también Karl Polanyi, un economista y antropólogo menos conocido de lo que su obra merece; más coetáneos, economistas que tienen que ver con la teoría monetaria moderna, una teoría postkeynesiana, como Randall Wray, Warren Mosler, incluso alguno más famoso como Ken Galbraith. Y ya en un ámbito más cercano... la vida es un factor importante: mi hermano Alberto es una de las personas que más me ha influido, no sólo por ser un referente como político y economista, sino porque es mi hermano mayor; y también profesores como Enrique Palazuelos, un economista de la Complutense, y ahora el Concejal de Hacienda, Sánchez Mato, con quien estoy aprendiendo muchísimo.

P.: ¿Cuáles son tus distopías favoritas?

R.: Las de todo el mundo imagino: 1984, que además ahora está vendiendo un montón, y Un Mundo Feliz. Que además yo creo que más que contrapuestas son complementarias, y nos ayudan a entender cosas que pasan hoy día.

Y más modernas, tienen que ver sobre todo con un mundo controlado por robots, y a mí me gustó mucho de Isaac Asimov la de "Yo, Robot", que luego tuvo una película, aunque no tiene nada que ver.

Hace poco también vi una serie que se llama West World, que además tiene muy buen cartel de actores.

P.: ¿Qué opinión tienes sobre Orwell? ¿Es injustificadamente crítico con el comunismo?

R.: Bueno, habría que especificar, como he dicho antes, qué entendemos por comunismo. Yo creo que él es muy crítico con la vertiente estalinista, sobre todo, y el régimen particular de la Unión Soviética.

A mí me parece una persona con una impresionante talla intelectual, que nos legó grandes obras y, al mismo tiempo, como se ve en "Homenaje a Cataluña", alguien que fue capaz de dejar su tierra, su familia, para irse a librar una guerra contra el fascismo.

Ya sólo por eso me parece una persona muy admirable.

P.: ¿Qué tipo de literatura prefieres?

R.: Sobre todo ciencia ficción. Y no sólo la literatura, también las pelis y series. Me flipan.

Además, no sé si os habéis fijado pero casi todo son distopías, con temas como la superpoblación o el desastre climático. Parece que estamos anticipando lo que nos puede suceder, pero al mismo tiempo no hacemos nada al respecto. Al menos tenenemos material para cine y novela.

También me gustan las novelas históricas... Mi padre es profesor de Geografía e Historia y supongo que me pegó ese interés. Además me gusta mezclar el recorrido de la historia con relatos inventados del autor entorno a esas circunstancias, sobre todo de la época griega.

P.: ¿El poder corrompe?

R.: Puede corromper, evidentemente... Depende de qué tipo de poder hablemos, de los controles, de la persona que lo ostente... No es lo mismo la persona que llega al poder para beneficiarse que para beneficiar a un colectivo o a la inmensa mayoría social. La pregunta me parece demasiado genérica para dar una respuesta concreta.

P.: ¿Son cultura las corridas de toros?

R.: Hay gente que considera que son cultura, pero yo creo que no puede ser cultura algo que se basa en el sufrimiento de un animal. Depende un poco de lo que entiendas por cultura... hay gente que ve algo cultural o incluso artístico en la caza, porque hace falta saber hacerlo. Lo mismo se dice de las corridas de todos.

Yo creo que para ellos puede ser una especie de "cultura" pero en sociedad tenemos que tener una cultura que respete los derechos humanos, animales y medioambientales. Entonces, para mí, una corrida donde se somete a sufrimiento y se sacrifica a un animal sin ninguna necesidad no puede ser cultura.

P.: ¿Por qué crees que en España medios culturales como la televisión se han antepuesto a la gran tradición literaria desde el Siglo de Oro?

R.: Yo creo que la sociedad ha evolucionado mucho, y ha ganado importancia lo audiovisual que es una forma mucho más fácil de llegar a la gente. Alguien que no sabe leer sí que puede entender una película. Yo creo que lo que se ha hecho ha sido ensalzar una forma de transmisión cultural más rápida, sencilla y directa. Por esta mayor simplicidad yo creo que el propio sistema lo ha impulsado.

P.: ¿El gobierno reprime el pensamiento cultural del ciudadano?

R.: Yo creo que reprimir es un concepto demasiado fuerte. Veo más adecuado "orientar"... Se produce un sesgo en la cultura que se nos brinda. Porque no es lo mismo un programa de salsa rosa que un documental histórico. Al final la gente se acostumbra a lo que hay y le acaba gustando.

Hay una peli francesa en la que un grupo empieza a trucar los números de audiencia para hacer parecer que lo que más vende es esta vertiente cultural, eso hace que se produzca más programación cultural, la gente se acostumbre a ello y finalmente acabe cogiéndole mucho más gusto.

Yo estoy de acuerdo con esa tesis. La gente se adapta a lo que ve y le acaba gustando. Por eso si desde el sistema se fomenta una cultura específica, esa cultura acaba gustando, y por eso, por ejemplo, aquí gusta tanto el fútbol y en Estados Unidos no.

P.: ¿Afectó el 15M a la cultura y formación ideológica de los jóvenes?

R.: Claro que sí.

Igual que creo que no se puede entender el 15M sin todo el fermento previo, gracias a ese impulso la sociedad se politizó y aún se sigue politizando. Entendiendo politizar como que se empieza otra vez a leer a autores más olvidados... Y evidentemente hay un poso cultural que se acaba transmitiendo. Un ejemplo: José Luis Sampedro, que antes del 15M era muy valorado como economista, pero también tenía una vertiente humanista que este estallido puso en valor, empezó a ir a muchas programas, entrevistas...

Yo creo que todo eso fue gracias al 15M, y que el 15M sigue teniendo efectos.

P.: Los medios de comunicación parecen empeñados en vender una juventud desinteresada de la cultura y volcada en lo informático, en especial en las RRSS. Sin embargo, en las propias RRSS se puede encontrar muchísimos jóvenes formándose precisamente gracias a ellas en política, feminismo... ¿Qué opinas de esto?

R.: Esa pregunta viene con interpretación ya ahí, ¿eh?

Yo creo que todas las innovaciones tecnológicas son herramientas buenísimas, pero que como todas las herramientas pueden usarse para bien o para mal. Lo mismo pasa con las RRSS.

Evidentemente pueden ser una potente fuente de aprendizaje, como pasa con los videojuegos - el Civilization por ejemplo, que es sobre construir una civilización y tiene un montón de componentes políticos, económicos y religiosos, con los que se puede aprender un montón -, pero también se puede usar esta tecnología para ofrecer simplemente entretenimiento fácil. Que no es algo malo, sino que aprendes menos que lo que se podría aprender.

Por eso creo que depende del uso, uno puede usar las RRSS simplemente para enterarse de lo que hacen sus amigos y estar en contacto con ellos, y esto le enriquecerá mucho menos que usarlas para leer medios culturales, periódicos, vuestra revista (se ríe), y con eso aprenderá mucho más al fin y al cabo.

Yo nunca buscaría poner la responsabilidad en la propia herramienta, sino en el uso que se hace de ella, y ahí tiene que ver, evidentemente, lo que el sistema esté promocionando, lo que decíamos antes.

P.: ¿La cultura tiene ideología? En España, ¿cuál sería su corte ideológico?

R.: Claro que tiene. En esta vida, todo tiene ideología. Yo a veces discuto mucho, en el propio Ayuntamiento, porque evidentemente hay cargos técnicos, pero detrás de las decisiones técnicas hay ideología. Lo mismo pasa con la legislación, y, lógicamente, con la cultura, ya cueste más o menos observarlo.

En España... No soy ningún experto, pero yo creo que es palpable que se relaciona con la izquierda. Por ejemplo, en las protestas contra la guerra de Irak, en 2003, hubo una gala de los Goya en la que la mayoría de los actores hicieron una impecable crítica del gobierno. Y, aunque el no a la guerra no es necesariamente de izquierdas, hemos visto que lo mismo ha pasado con muchas otras cuestiones. De hecho, si a alguien le preguntas qué referentes culturales son de izquierdas, todo el mundo es capaz de decirlo, pero pasa menos con la derecha.

P.: Ahora vamos con una tanda de preguntas cortas, algo más personales...

R.: Adelante

P.: ¿Concebollista o sincebollista?

R.: Concebollista. La cebolla tiene un importante papel en la tortilla.

P.: ¿Tapa dura o tapa blanda?

R.: Tapa blanda. Es mucho más cómodo.

P.: ¿Manta y peli o cine y palomitas?

R.: Las dos cosas, hay momentos para ambas. No son incompatibles.

P.: ¿Pizza con piña o sin piña?

R.: Siempre lo digo, con piña. Y a mi hermano también.

P.: ¿Libro favorito?

R.: El Silmarillion. Me lo he leído como siete veces.

P.: ¿Y personaje del Silmarillion?

R.: Glaurung, siempre me han encantado los dragones. Todo el Cantar de los Hijos de Húrin es genial.

Tan simpático como siempre, Eduardo nos despidió del departamento de economía del Ayuntamiento. Ojalá podamos leer pronto su libro. Para terminar, le hicimos escoger una frase y aunque no era fácil, no hubo duda: "Hasta la victoria siempre".


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